Acompañar a un niño, niña o adolescente a lo largo de su desarrollo es una tarea tan sencilla como complicada. Es como ver tocar a Eric Clapton el riff de Leyla que lo hace con una sonrisa, medio bailando y sin mirar a los trastes. Cuando lo intento yo, suena como la fanfarria de una barraca de fiestas de un pueblo cuando va a empezar a girar. Lo que parece tan sencillo en manos del compositor británico es lo que ocurre con los buenos tratos: hace falta conocimiento, entrenamiento y habilidad.
Profesionales portadores de oxitocina es una invitación a analizar cómo la presencia garante de buenos tratos necesita de Saber, de Ser y de Saber Hacer. En realidad, es como un Café Gijón, donde comparto mesa con muchos y muchas profesionales expertos en crianza, en resiliencia, en acogimiento y adopción… pero sobre todo en Saber Estar. Es lo que marca la diferencia: una presencia útil, accesible, sensible y rehabilitadora.
Siempre he pensado que lo mejor de un libro es aquel que equilibra lo técnico con hacerte dudar y tomar posición, el humor con la evidencia, y sobre todo con historias de carne y hueso que dan vida a conceptos tan relevantes como sintonía, apego, trauma, oxitocina, cortisol o parentalidad positiva. Ponerse delante de un niño, niña o adolescente es una auténtica responsabilidad, igual que no puedes exponerte a improvisar con la guitarra delante de miles de personas. Dejar en manos de la intuición o de criterios subjetivos a parte de ser una irresponsabilidad puede ser muy dañino.
Ser un portador de oxitocina nos habla de un adulto capaz de ser un referente, de generar posibilidades, de acompañar en el dolor sin generar más, es un auténtico arte. ¿Te apuntas al viaje?
Iñigo Martínez de Mandojana Valle, autor de Profesionales portadores de oxitocina
